Claudia es una mujer muy cariñosa, profunda, amante de los libros, de los documentales de naturaleza y de crear con sus manos. Ella es Diseñadora Teatral de profesión, pero la vida la fue llevando a dedicarse actualmente a bordar inspirándose en la naturaleza, bajo su hermosa marca “Criaturas Cardiacas”, donde logra plasmar su forma de sentir y percibir a diferentes especies como pajaritos y flores coloridas, a través de puntadas creadas con mucha dedicación y cariño.
En las siguientes líneas, podrás conocer un poquito más sobre su historia, sus dolores, el significado que le da a su trabajo y su forma de ver la vida, que hace que su obra sea tan característica:
¿Cómo llegaste a dedicarte al bordado?
Estudié Diseño Teatral en la universidad, tuve una compañía de teatro durante un tiempo y me dediqué durante 10 años a trabajar como ambientadora audiovisual. Eso fue hasta que decidí ser mamá. El trabajo como ambientadora me gusta, pero exige jornadas extensas con horarios que cambian dependiendo de las necesidades del rodaje, y durante mi embarazo me di cuenta que ya no quería seguir con ese ritmo, ni trabajar tantas horas en un set, si eso iba a significar perderme mucho de los primeros años de vida de mi hijo; y bueno, llevaba ya un buen tiempo bordando aunque no de manera profesional ni 100% dedicada a ello.
En ese momento había empezado a crecer un gran interés por el bordado entre las personas, hacía poco tiempo varias casas de alta costura habían estrenado colecciones que llevaban la técnica a creaciones impresionantes; eso, más el trabajo de varias bordadoras que comenzaron a mostrar sus obras en internet, puso el bordado realmente de moda; Así que creo que fue el momento preciso para comenzar a mostrar lo que yo estaba haciendo, porque ya había un ambiente de interés entorno al bordado, y eso me favoreció.
Cuando empecé a mostrar mi trabajo en Instagram, y a recibir comentarios, y a vender mis primeras obras, me di cuenta que ésta podía ser una forma de trabajo para mí, una alternativa para poder generar ingresos y al mismo tiempo cuidar a mi hijo y disfrutar sus primeros años de vida tanto como fuera posible. Francisco, mi compañero, me apoyó, y tomé la decisión de dedicarle toda mi energía a Criaturas Cardiacas.
También me pasó que asistí a uno de los primeros talleres que hizo la Connie Achurra de alimentación saludable en su casa, y me encantó esta idea de invitar a un grupo pequeño de personas a tu casa y traspasar conocimientos en un contexto cercano, y pasando un buen momento. Así que pensé que era algo que yo también podía hacer, y comencé a ofrecer mis primeros talleres de bordado en mi casa.
¿Y cómo fue tu primer encuentro con el bordado? ¿siempre te gustó bordar?
Mi primer encuentro con el bordado fue ver a mi abuelita Beatriz que hacía cuadros bordados, siempre los veía colgados en su casa, y yo los encontraba lo máximo; eran en general imágenes muy ingenuas, de una escena de campo por ejemplo, llena de flores, con una casa a lo lejos, y una rueda de carreta junto al cerco de alambre de púas.Yo me hundía en esa escena, sentía que me sumergía dentro de una historia, seguramente porque me encantaban los dibujos, y esos cuadros eran al final dibujos bordados.
Tenía como 10 años cuando le pedí a mi mamá que me comprara los materiales para que mi abuela me enseñara a bordar…ella lo hizo, mi abuela me enseñó un poco, y me aburrí inmediatamente jajajaja. A los 10 años no tenía nada de paciencia y no era muy perseverante que digamos.
Después en el colegio donde estudié, que era de monjas, recuerdo que en “técnico manual” (caída de carnet mayor) nos pidieron bordar un pañito para la mesa, y yo lo odié; la verdad era un encargo muy poco estimulante, ahora pienso ¿cómo a la profe se les ocurrió hacerles bordar un paño para la mesa a niñas de 12 ó 14 años?, ¿por qué no nos invitó a bordar los estuches, o un parche para personalizar la ropa?. Seguramente habría obtenido mejores resultados...
Así que esas fueron mis 2 primeras experiencias con el bordado, hasta el año 2004 ó 2005, cuando viajé a México a un encuentro de escenografía, mientras estudiaba Diseño Teatral. Ese viaje me voló la cabeza, ahí me enamoré del bordado.
Piensa que en esa época no había tanto acceso como ahora a ver referentes de lo que te interesaba, no existía Pinterest ni mucho menos Instagram; entonces, aunque yo tenía ya cierto interés por la cultura mexicana y su arte, por las celebraciones del día de muertos y la obra de Frida, estar allá y ver las maravillas que crean las mujeres indígenas, fue una experiencia que me motivó mucho, así que cuando volví a Chile ¡estaba alucinada!, y comencé a bordar intentando imitar los bordados Tenango, desde ahí ¡no paré de bordar! Seguí bordando para mí, para entretenerme, para pasar penas también. No paré más.
Y ¿siempre te interesaste en bordar inspirándote en la naturaleza?
Sí, siempre. El proceso de comenzar a bordar profesionalmente tuvo mucho que ver con reencontrarme conmigo misma, con mi esencia, con las cosas que amo. Con quién era la Claudia antes de estudiar Diseño Teatral, antes de terminar una relación larguísima, antes de estar triste.
Cuando tenía 14 años mi papá enfermó de ELA (Esclerosis lateral amiotrófica), una enfermedad terrible, y estuvo así durante largos y dolorosos 7 años. Yo estaba a días de cumplir 21 años cuando él falleció, y con su partida empezó un proceso de duelo extremadamente difícil para mí, que duró otros 7 años más. Ahora que miro para atrás sé que viví 14 años sólo sobreviviendo, estaba tremendamente deprimida. Cuando llegué al punto más bajo de mi tristeza, habiendo terminado una relación súper larga, ya no aguanté más, y una amiga me llevó de un ala a hacer terapia. Luego de casi dos años empecé a sentir que algo cambiaba en mí, el proceso de ir terminando la terapia coincidió con el de mostrar mis bordados.
Recuerdo por ejemplo que hice un bordado sobre la muerte de mi papá, dónde de alguna manera lograba sacar fuera de mí lo que sentía, lo publiqué en Instagram y recibió mucho cariño, y me dieron ganas de bordar mucho más. El bordado se volvió un ejercicio de sanación que, como decía antes, me permitió recordar a la Claudia antes del dolor, la que amaba la naturaleza, que creció recorriendo bosques en el verano, compartiendo el amor por la naturaleza con mis hermanas, mi mamá y mi papá; así que cuando bordo naturaleza bordo lo que aprendí con ellos. Recuerdo a mi papá, por sobre todas las cosas, y me conecto con mi mamá que es una incansable jardinera, de quien he ido aprendiendo todo lo que practico en mi jardín ahora.
Observar y aprender de la naturaleza es un consuelo a la muerte, al dolor de la pérdida, recordar que somos parte del ciclo vital me da calma y consuelo. Entender que morir es algo común a todos, y que nadie está por sobre eso, me hace volver a mi centro y me hace sentido.
Es una manera muy linda de sentirse a cerca de la naturaleza. Y siento que nos conmueve algo en común, que son las aves, y específicamente los Picaflores. Estás trabajando en un libro de Colibríes ¿cómo ha sido ese proceso?
Ha sido un proceso muy lindo y súper largo. Llevo 2 años desarrollando este proyecto (que nació en un taller de libros informativos de Alapa librería, con Loreto Salinas) al principio era mucho más grande, pero lo he tenido que ir cambiando y aterrizando. He tenido que estudiar harto para poder hacerlo, he corregido y desarmado cosas, y me he demorado un montón en concretarlo. Siento que eso se debe también a que tengo en altísima estima al “Libro”, es un objeto que admiro tanto, que no puedo llegar y hacer uno sin pensar. Me gusta cuidar cada paso y planificar muy bien el trabajo, estar segura de lo que estoy haciendo y sobre todo quedar conforme con ello, si no hago las cosas así siento que las hago al lote. Y eso me hace sentir muy mal. Esto me ha vuelto súper aprensiva con el libro, porque lo corrijo una y otra vez … y siento que ¡no termino nunca! jajajaja. Yo creo que voy a llorar a mares cuando lo vea impreso y listo.
¿Sientes que eres perfeccionista?
No. Jajaja, creo que con mi trabajo en Criaturas Cardiacas cuido ser responsable y aplicada, me dedico mucho a él, y soy autoexigente, cuido dar siempre lo mejor de mí, y aspiro a aprender cada día más, me pongo desafíos y busco siempre mejorar, también me da mucha vergüenza cuando hago algo y no estoy satisfecha, lo paso mal cuando he hecho algo sin hacer mi mejor esfuerzo, y aunque otras personas puedan no notarlo, una sabe cuando ha sido así, así que lo evito a toda costa. Pero la palabra “perfeccionista” creo que no me define, soy una persona que entiende el margen de error en todo, y con los años he aprendido a valorarlo. Además soy bastante desordenada por naturaleza, amo el orden, pero el orden no me ama a mí, y lo persigo incansablemente sin éxito alguno. Las personas desordenadas no podemos ser perfeccionistas, nos explotaría la cabeza instantáneamente.
Si, como decía, estoy siendo tan perfeccionista como puedo con el libro, porque si va a quedar por ahí impreso, como testimonio de mi trabajo, tiene que ser bueno, si no ¿que sentido tiene?, Chile está lleno de ilustradoras de tremendo talento haciendo libros increíbles, y eso a veces me intimida un montón...
Creo que todos quienes nos dedicamos a algo visual o artístico nos sentimos así a veces…
¡Sí! ¡es cierto!, pero algo que me ha ayudado mucho es poder ir recibiendo feedback de mis bordados en Instagram. Es súper lindo cuando las personas comentan o me escriben diciendo que mi trabajo les provoca algo, eso me hace ver que hay personas que valoran lo que hago. Con el bordado siento un poco más de confianza, no así con el dibujo, porque es algo que no muestro mucho y creo que me falta todavía harto por mejorar. Me acordé de un meme que vi una vez, que hablaba de la “curva del gusto” y la “curva de la habilidad”. Y mostraba un gráfico donde se veía que nuestro gusto, los referentes que seguimos de ilustradoras o bordadoras por ejemplo, crece súper rápido, entonces es una curva súper pronunciada; pero la curva de la habilidad es mucho más lenta, porque demoramos mucho más tiempo en adquirir una habilidad similar a la de los referentes que estamos mirando, y ese espacio que queda entre una curva y la otra es lo que genera angustia porque tendemos a compararnos con otras personas y no mirar nuestro propio proceso y avance. Creo que es súper bueno ir mirando nuestros trabajos anteriores, para comparar nuestro propio proceso y ver cuánto hemos mejorado. Debemos compararnos con nosotros mismos y no con otros.
Y en este tiempo que llevas dedicándote a este trabajo creativo ¿qué has aprendido de ti?
Me ha sorprendido ver que soy mucho más paciente y tenaz de lo que creía. Si a la Claudia de hace 15 años le hubieran preguntado: ¿eres paciente?¿eres perseverante? habría contestado que no. Porque una gran parte de mí es acelerada. Si tengo una idea, me gusta concretarla mañana o pasado mañana, y no esperar. Pero bordando me di cuenta que sí hay una parte mía que puede ser paciente y que puede pasar 3 semanas, o bueno, dos años en el mismo proyecto.
También he aprendido que sólo bastaba con creer en mí, con afirmar mi autoestima para que otras personas también reaccionaran a lo que yo estaba haciendo. Y que cuando trabajaba desde la inseguridad, no importaba quién me dijera que eso estaba bueno si yo no lo sentía así.
Además, ha sido una revelación para mí darme cuenta que lo que me gusta es crear imágenes y comunicar con ellas, ya sea en una escenario que será habitado (como en teatro o audiovisual) o en una ilustración (bordada o no) o tomando fotos, hacer imágenes me fascina.
¿Y qué significa para ti hoy tu trabajo? ¿qué es para ti Criaturas Cardiacas?
Te contaba que por un lado que me conecta con mi familia, con mi esencia, con el recuerdo de mi padre y con lo que me da paz. Por otro lado, haber tenido la experiencia de lo que le pasó a mi papá, y estar deprimida 14 años de mi vida, me hizo ser muy consciente de que el tiempo es corto, y nuestra existencia es tan frágil que debemos sacarle el jugo y aprovecharla en hacer algo bueno, así que cuido mucho qué hacer con mi tiempo, y en el tiempo que me queda no pretendo revolucionar el mundo ni ganar un Nobel, pero si decidí que lo que hago tiene que tener un sentido para mí y debe ser un aporte para los demás, para quienes reciben mi trabajo y también para mi familia.
Todo lo que creo con Criaturas cardiacas, significa que en mi tiempo estoy haciendo algo que me hace feliz.
¿Tú crees que todas y todos podemos ser creadores?
Yo creo que es fundamental que dejemos claro que todas las personas somos creativas. Crear es algo inherente a los seres humanos, y a veces se nos olvida. Yo soy súper crítica del sistema educativo chileno, en el colegio nos hacen elegir si somos científicos o humanistas, artistas o biólogos, y de alguna manera creemos que esa elección define nuestra existencia completamente. Yo creo que no es así, somos seres con diversos intereses y habilidades, y porque algún área se nos dé con más facilidad, no significa que no podamos dedicarnos a las otras que también nos gustan.
A mis talleres llegan muchas personas provenientes de otras áreas que no son artísticas, precisamente buscando maneras de expresar sus inquietudes creativas, y de ellas he escuchado que “cuando niña me dijeron que no era buena para el dibujo”, o “me gustaba pero dejé de hacerlo por mi trabajo”, etc.
La creatividad es algo que todas las personas tenemos dentro, estoy convencida de que no es algo que algunos tenemos y otros no. Pienso que la necesidad de crear con nuestras manos debe ser atendida, y que cuando lo hacemos, pasan cosas increíbles.
Bordar, dibujar, cocinar, modelar en arcilla, son actividades que ayudan a mejorar la autoestima, porque sientes que eres capaz de crear cosas desde ti para otros, porque puedes sacar afuera lo que estás sintiendo y que a veces cuesta verbalizar, adquieres una nueva herramienta de expresión, adquieres un lenguaje que todos deberíamos tener la oportunidad de explorar, por eso invito a todo el mundo a bordar.
Mira acá una muestra de su hermoso trabajo:
Acá te dejo los links de su web y cuenta de Instagram:
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